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El pecador se siente culpable; de ahí que haya perdido su alegría. ¿Cómo puedes disfrutar de la vida, si estás sintiéndote culpable constantemente, si estás yendo a la iglesia constantemente a confesarte que has hecho esto mal y has hecho aquello mal? Todo está mal y mal y mal... Toda tu vida parece que está hecha de pecados. ¿ Cómo puedes vivir gozosamente? Se vuelve imposible disfrutar de la vida. Te vuelves pesado, agobiado. La culpa se asienta en tu pecho como una roca, te aplasta: ¿Cómo podrías danzar? ¿Cómo puede danzar la culpa? ¿Cómo puede amar la culpa? ¿Cómo puede cantar la culpa? ¿Cómo puede vivir la culpa? Por tanto, el que piensa que está haciendo algo equivocado se siente culpable, está agobiado, muerto antes de morir; ha entrado ya en la tumba.
Comentario:
La culpa es una de las emociones más destructivas de la cual podemos quedar atrapados. Si hemos equivocado a otro, si hemos ido contra nuestra propia verdad, por supuesto nos sentiremos mal. Pero dejar que la culpa nos agobie, es invitar una migraña. Terminamos rodeados de nubes agobiantes de duda sobre nosotros mismos y sentimientos de subestima, a tal punto que no podemos ver la belleza y gozo que la vida está tratando de ofrecernos. Todos queremos ser mejores: más amorosos, más conscientes, más sinceros con nosotros mismos. Pero cuando nos castigamos por nuestras faltas sintiéndonos culpables, podemos quedarnos atrapados en un ciclo de desesperación y falta de esperanza que nos quita toda la claridad sobre nosotros mismos y las situaciones que enfrentamos. Como eres, eres absolutamente perfecto y es perfectamente natural equivocarse de tanto en tanto. Aprende de esto, muévete, continúa y utiliza la lección para no cometer el mismo error otra vez.
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